Recibir gente, escucharla, evitar todo el tiempo decidir por ellos, enfrentarlos a las circunstancias... ser sincero, tratar de interpretar y nó de interferir.
ménudo trabajo el que ténemos quienes por una razón u otra del destino hémos elegido o sido elegidos para ser sacerdote de alguna religión.
Se hace muy dificil separar la vivencia propia en el concejo, se hace muy dificil que las personas entiendan que úno tiene una vida propia y particular que nó está a juicio de nadie, de la misma forma que evitamos abrir juicio sobre las conducta privada del otro deberiamos exigir que se nos respetara el derecho a la intimidad y el libre albedrio; proponerle a los demás el hecho de vivir y dejar vivir y hacerlo regla fundamental.
Cansado de tanto meteréte en asuntos ajénos, escucho y leo a los hipócritas de siempre que cargan con una vida plena de mierdas pero intentan hacer ver sus autolimitaciones como pruebas del destino, mientras que las limitaciones ajénas son imperdonables y obviamente mucho de mucho menos valía.
Hácen todo mal, se pasan la vida buscando el elixir de la eterna felicidad cuando la felicidad les está untando las narices de oportunidades.
Inconformistas de toda calaña, renegados de su propio destino, conformistas horrendos, plenos de lo que tienen cuando en realidad carécen de todo.
Gente a la que le gusta ser escuchada, pero detestan escuchar.
Heroés de la nada y de nadie, doñas Rosas y don Juanes que juegan a la visita y los buenos módales y hablan de fundamentos pero se olvidan que ante todo fundamento están el respéto y la humildad.
El respéto por la humanidad del otro y de sus cosas, la humildad de no ponerse en el rol de juez para tratar a los otros.